martes, 25 de septiembre de 2012

mi madre 3 y más


Mi madre es pequeñita y delgada. Poca cosa. Pero tiene golpes y es  muy original.
Así que entre la tía Julieta (que ya os conté) y mi madre,  no es de extrañar que mis hijas hayan salido tan excéntricas.
Mi madre nos crió y nos educó un poco en la anarquía,  porque mi padre ya se ocupaba de poner orden (o eso creía el pobre), según decía ella.
Mi  padre no paraba en casa. Siempre estaba trabajando o viajando y eso le daba a mi madre la posibilidad de liberarse algo de su opresión.
Todos , desde los mayores a los más pequeños e incluída mi madre, fingíamos que nos dolía y nos preocupaba el que se tuviera que marchar otra vez de viaje ...pero en cuanto salía por la puerta con su maleta,  gritábamos felices de alegría con mi madre al frente  , organizábamos fiestas, desordenábamos la casa y mi madre nos hacía siempre alguna de sus actuaciones teatrales disfrazada de lo primero que encontraba por la casa.
Lo peor era que mi padre siempre volvía a casa y al volver ( el ruido del ascensor y de sus llaves en la puerta nos paralizaban)  rompía el encanto del cuento en el que mi madre, mis hermanos y yo éramos los protagonistas.
Antes de eso, por supuesto, cuando llamaba por teléfono anunciando su próxima llegada desde algún barucho de la carretera o desde alguna gasolinera, nos poníamos como locos a ordenar las habitaciones, a hacer deberes, a meterse en la cama los más pequeños para que él  pudiera comprobar  que sin él en casa todo funcionaba también a las mil maravillas.

Nos acostumbramos a esa doble vida desde siempre para sobrevivir y ser felices. Qué cosas!!!

Teníamos también un chalet en la sierra de Madrid , donde pásábamos muchos fines de semana, Semana Santa y verano. Nos gustaba.
Allí éramos "libres". Podíamos salir sin ser vigilados por "el servicio" o por mis padres, jugábamos en el jardín y sobre todo fuera del jardín -por qué les gustará a los niños tanto estar "fuera del jardin"????-, teníamos muchos amigos y aunque en invierno pasábamos un frío espantoso (no había calefacción y siempre estábamos a bajo 0), esa pequeña libertad extra ciudad y extra estudios y extra todo, nos compensaba de tanto sufrimiento....
Allí nos enamoramos por primera vez ,  nos besaron por primera vez  y fuimos perdiendo nuestra infancia.
Durante unos cuantos años residimos en un precioso chalet alquilado que estaba embrujado. Absolutamente seguro.
Teníamos la manía de jugar a los "espíritus" -decíamos nosotros- convocando por las noches en el oscuro jardín a los muertos conocidos. Repetíamos y repetíamos sin éxito y como hacen los niños alguno sus nombres, pero jamás nos pareció percibir  ninguna presencia...
Sin embargo, en aquella preciosa y antigua casa , comenzaron a escucharse unos terribles ruidos por las noches que nunca se pudo averigüar qué los producía ni de dónde venían. Nos despertaban a todos  y nos asustaban terriblemente mientras mi padre se hacía el valiente calmándonos cuarto por cuarto y asegurándonos se trataba de ratas escondidas en la buhardilla. Nunca supimos más.

Hoy estoy segura y mis hermanos también de que aquellos ruidos eran las almas de los muertos a los que tan insistentemente llamábamos todas las noches de todos los veranos.

Amén.





1 comentario:

  1. Es cierto. Recuerdo muy bien esos ruidos. Recuerdo que durante una temporada tuve insomnio y tu, mi querida hermana te quedabas conmigo despierta. Aquello ruidos paraban cuando encendiamos la luz. Solo se oian mientras estabamos a oscuras.Yo lo recuerdo asi.... ¿o es fruto de mi imaginación?

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