martes, 2 de octubre de 2012

Covadonga y el zen


Hoy ha venido a verme mi hija Covadonga. Por fin.
Hace días que no escribo sobre ella porque lo más interesante de Covadonga son , como ya he dicho en muchas ocasiones, sus investigaciones y su trabajo y con esto de la fusión que ha sufrido la Agencia de Detectives donde trabaja , ha estado muy liada y apenas hemos podido hablar.

Hoy ha llegado con cara de pocos amigos, nerviosa, ansiosa, enfadada. Lo he notado nada más levantar el telefonillo y oir su "ábreme, mamá, que soy yo"...

Ha entrado y , sin darme ni siquiera un beso,  se ha sentado en el sofá -con gabardina y todo- en la posición tradicional del zen,  ha echado la cabeza hacia atrás , ha cerrado los ojos y ha puesto los dedos de sus manos unidos , tal y como aprendió el verano pasado en el curso que siguió en el Spa -Balneario "Kung-Fu"( Picos de Europa)  para "lograr la iluminación".

Yo siempre pensé que una semana , que era en realidad lo que duraba el curso que le había aconsejado su homeópata, era poco tiempo para"  lograr la iluminación", pero como Covadonga es muy lista y ya iba con muchas nociones aprendidas de los cursos de Taichi del ayuntamiento y de la lectura de libros sobre budismo y esas cosas esotéricas , el curso del Balneario le sirvió para mucho y le hizo ver la vida de otra manera (o al menos eso repite siempre).

Cuando llegó del curso nos hizo escribir un gran letrero para colocar en el salón que dice así:

    "Antes de estudiar Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; mientras estás estudiando Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos ya no son ríos; pero una vez que alcanzas la iluminación las montañas son nuevamente montañas y los ríos nuevamente ríos."

Su padre dijo que por encima de su cadaver se ponía en nuestra casa esa gilipollez de letrero , pero tras la primera bronca y viendo que sólo debíamos colgarlo cuando ella viniera a visitarnos, aceptó aunque de muy mala gana.

Así que cada vez que llama por el telefonillo de la puerta de entrada a nuestro edificio salimos corriendo y sacamos de debajo de la cama el cartelito , quitamos la acuarela de Gijón que normalmente está colgada en la pared y colocamos la frase zen para evitar broncas .

También quiso que colgáramos esta otra frase zen:

"Sentado tranquilo, haciendo nada,

la primavera llega y el pasado crece por sí solo".


pero a su padre y a mí nos dio la risa floja y aquí se acabó la insistencia de Covadonga .

Bueno, pues tras mantenerse en el sofá en esa postura cerca de media hora, se levantó, se quitó la gabardina, se atusó un poco el pelo con las manos y se tiró a los cruasanes que yo tenía ya puestos en la camilla esperando  que terminara la meditación.

Entonces empezó a contarme que la fusión de la Agencia de Evaristo con la Agencia internacional estaba siendo muy dura, que habían venido detectives extranjeros de mucho nivel y con idiomas, acostumbrados al espionaje exprés y que la plantilla de Evaristo estaba acochinada.
Que les obligaban a seguir un curso de adiestramiento profesional con unos gerifaltes extranjeros , antiguos miembros de la CIA, pero que no había quien les adiestrara porque la mitad de los power-points que les ponían estaban en inglés  (y nadie se defendía en esa lengua) ,  les exigían unos ejercicios físicos que eran inviables ya que por causa de la investigación "en calle," que era la habitual de la gente de Evaristo , muchos estaban muy gordos y fumaban casi todos para aliviar las horas de espera y de tedio y , además y para más desolación,  todos desconocían las nuevas tecnologías  digitales de investigación privada y para ponerse al día necesitarían volver a nacer, cosa imposible.

Mañana más.





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